jueves, 8 de abril de 2010

Un poema de amor que Juan Gelman leyó en el FIP

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Juan Gelman nació en Buenos Aires en 1930. Es uno de los más importantes poetas en lengua española. Pocos meses antes de ganar el Premio Cervantes inauguró el Festival Internacional de Poesía de Granada en la Huerta de San Vicente. A continuación ofreció un concierto la cantaora Estrella Morente.



El juego en que andamos


Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta salud de saber que estamos muy enfermos,
esta dicha de andar tan infelices.

Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta inocencia de no ser un inocente,
esta pureza en que ando por impuro.

Si me dieran a elegir, yo elegiría
este amor con que odio,
esta esperanza que come panes desesperados.

Aquí pasa, señores,
que me juego la muerte.

viernes, 2 de abril de 2010

Poemas en recuerdo de Ángel González, el referente del FIP

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Ángel González (Oviedo, 1925 - Madrid, 2008) es probablemente el mayor poeta en lengua española de la segunda mitad del siglo XX. Ejemplar tanto en su obra como en su compromiso vital, algunos de sus poemas pueden ya considerarse clásicos. Su cercanía personal y su proximidad poética lo han convertido en el referente del Festival Internacional de Poesía de Granada, del que fue protagonista en su primera edición, cuando leyó sus poemas en la Huerta de San Vicente y ofreció el espectáculo 'La palabra en el aire', junto al cantautor canario Pedro Guerra, en el Teatro Isabel la Católica, en el acto de mayor altura que ha celebrado el FIP. Además, González recibió un homenaje pocos meses después de su muerte en la quinta edición del festival.

Ahí van dos poemas inolvidables:



MUERTE EN EL OLVIDO

Yo sé que existo
porque tú me imaginas.
Soy alto porque tú me crees
alto, y limpio porque tú me miras
con buenos ojos,
con mirada limpia.


Tu pensamiento me hace
inteligente, y en tu sencilla
ternura, yo soy también sencillo
y bondadoso.

Pero si tú me olvidas
quedaré muerto sin que nadie
lo sepa. Verán viva
mi carne, pero será otro hombre
-oscuro, torpe, malo- el que la habita...



ME BASTA ASÍ

Si yo fuese Dios
y tuviese el secreto,
haría un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
—de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso—;
entonces,
si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo,
mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando —luego— callas...
(Escucho tu silencio.
Oigo
constelaciones: existes.
Creo en ti.
Eres.
Me basta).

sábado, 27 de marzo de 2010

Un poema que Claribel Alegría leyó en el tercer FIP

Claribel Alegría (Estelí, Nicaragua, 1924) inauguró la tercera edición del Festival Internacional de Poesía de Granada en La Chumbera, con la Alhambra como telón de fondo. Aquel día fue presentada por el poeta Benjamín Prado. A continuación, hubo una actuación flamenca de Juan Pinilla. Este es uno de los poemas que leyó aquella tarde y uno de los más representativos de su obra. El FIP guarda un estrecho vínculo con la poeta "salvanica". Ojalá la volvamos a ver pronto por Granada.

SALTO MORTAL


Oscilaba hacia el suelo
zigzagueaba
pensé que era una pluma
el ala desprendida
de alguna mariposa.
Sólo era un papelito
que entró por mi ventana
un papelito tuyo
un mensaje cifrado
que yo no fui capaz
de descifrar.
A menudo el cartero
me entregaba en París
tus papeles de Praga:
recetas de cocina cuscatlecas
con olor a loroco
y a canela.
Más tarde
ya en La Habana
mientras almorzaba en el hotel
llegaban mensajeros de tu parte
casi a diario me enviabas
alas de mariposa
apretadas de signos
y yo no fui capaz
de comprender.
Tropezaba contigo
en todas partes
empecé a juntar mitos
cosas que de veras te ocurrieron.
Como pétalos morados
las prensaba
entre las páginas
de un libro.
Quedó allí el terremoto
que permitió que huyeras
de la cárcel
aquel golpe de estado
que te salvó la vida
la peligrosa aventura
con tu hermana.
Poco a poco
empecé a comprender
empecé a descifrar
tus jeroglíficos
me invitabas al baile
y acepté aturdida
bailamos en La Habana
en México
en Chalchuapa
por laberintos de hojas
me llevabas
vertiginosamente subíamos
bajábamos
fue siempre el mismo paso
como un acto de amor
el mismo paso
¿lo soñé?
¿me soñaste?
Desperté con tu muerte
rozándome los labios.
Entre las asombradas yemas
de mis dedos
empezaron a deshacerse
tus papeles
se me iban apagando
se esfumaban.
Nunca bailamos Roque
ni siquiera nos miramos
a los ojos
sin embargo quizás
(Hsuang Tsu soñó a la mariposa
¿o fue a la inversa?)
No recuerdo si en México
o en Praga
mientras bebías cerveza
en la taberna
le contaste a Eraclio
que habíamos bailado
que te enseñé ese paso
ese salto mortal.

viernes, 26 de marzo de 2010

El primer poema que se leyó en el FIP


Hace ya casi siete años, el poeta chileno Gonzalo Rojas, que acababa de recibir el premio Cervantes, leyó el primer poema en el Festival Internacional de Poesía de Granada. Se trata de uno de los mejores poemas que se han leído nunca en el FIP. Sus versos son una de las cumbres de la poesía hispanoamericana.





GONZALO ROJAS (Lebu, Chile, 1917)


DESOCUPADO LECTOR


Cumplo con informar a usted que últimamente todo es herida: la muchacha
es herida, el olor
a su hermosura es herida, las grandes aves negras, la inmediatez
de lo real y lo irreal tramados en el fulgor de un mismo espejo
gemidor es herida, el siete, el tres, todo, cualquiera de estos números de la danza es
herida, la barca
del encantamiento con Maimónides al timón es herida, aquel
diciembre 20 que me cortaron de mi madre es herida, el sol
es herida, Nuestro Señor
sentado ahí entre los mendigos con esa túnica irreconocible por el cauterio del psicoanálisis es herida, el
Quijote
a secas es herida, el ventarrón
abierto del Golfo contra la roca alta es
herida, serpiente
horadante del Principio, mar
y más mar de un lado a otro, Kierkegaard y
más Kierkegaard, taladro
y por añadidura herida; la
preñez en cuanto preñez en la preciosidad de su copa es
herida, el ocio
del viejo río intacto donde duermen inmóviles los mismos peces
velocísimos es
herida, la Poesía
grabada a fuego en los microsurcos de mi cerebro de niño es herida, el hueco
de 1.67 justo en metros de rey es herida, el éxtasis
de estar aquí hablando solo en lo bellísimo de este pensamiento de
nieve es
herida, la evaporación
de la fecha de mármol con el padre adentro
bajo los claveles es
herida, el carrusel
pintarrajeado que fluye y fluye como otro río de polvo y otras
máscaras
que vi en Pekín colgando en la vieja calle de Cha Ta–lá
cuya identidad comercial de 2.500 años de droga y ataúdes rientes
no se discute, es
herida; la cama en fin
que allí compré, con dos espejos para navegar, es herida,
la
perversión
de la palabra nadie que sopla desde las galaxias es herida, el Mundo
antes y después de los Urales es
herida, la hilera
de líneas sin ocurrencia de esta visión
sin resurrección es herida. Cumplo
entonces con informar a usted que últimamente todo es herida.